Las enfermedades hepáticas son con frecuencia la consecuencia de una alteración energética general, pues este extraordinario órgano solamente enferma cuando no se encuentra respaldado por la energía del organismo que le alberga. Dotado de una capacidad vital que sobrepasa la de cualquier otra parte o sistema corporal, es capaz de seguir cumpliendo su misión incluso aunque solamente disponga de un 20% de sus recursos. Por eso, “enfermar del hígado” no es una frase correcta, y deberíamos hablar de enfermedad orgánica que afecta al hígado.
Nada hay que nos haga enfermedad del hígado de modo casual; las emociones intensas o la equivocada costumbre de beber vino porque algún médico nos ha dicho que es saludable, son caminos hacia la enfermedad.
De entre las plantas medicinales, debemos destacar el Cardo mariano, capaz de regenerar al hepatocito.