Un recién nacido diagnosticado con el Síndrome de Cornelia de Lange puede disfrutar de un crecimiento feliz y pleno, ya que el síndrome en sí no tiene ninguna consecuencia sobre la esperanza de vida de la persona afectada.
Sin embargo, cada niño debe ser evaluado con frecuencia y las afecciones relacionadas con el síndrome -tales como defectos cardiacos, reflujo gastroesofágico o anomalías intestinales- deben ser tratadas para evitar complicaciones que puedan comprometer su salud.
Asimismo, para mejorar su calidad de vida, el niño puede ser sometido a terapias de lenguaje y así estimular el habla y la comunicación, un retraso que se presenta en la mayoría de los casos.